LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN
(Madrid, 1760-París, 1828) Poeta y dramaturgo español. Hijo de Nicolás
Fernández de Moratín, estudió en los jesuitas de Calatayud y fue alumno
de la Universidad de Valladolid. Se dio a conocer como poeta con el
romance heroico en endecasílabos La toma de Granada, premiado por la Real Academia Española en 1779; en 1782 volvió a ser premiado por Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española,
escrito en tercetos y que le sirvió para atacar al teatro barroco.
Obtuvo el puesto de secretario del conde de Cabarrús en 1787, lo cual le
permitió visitar varios países europeos, entre ellos Francia y el Reino
Unido.
Amigo de Jovellanos y protegido de Godoy,
logró sus mejores éxitos en el campo teatral. Intentó introducir en
España los moldes del teatro neoclásico francés, es decir, las tres
unidades de tiempo, lugar y acción, y la finalidad moralizante, aunque
no llegaron a calar entre el público. Su primera comedia fue El viejo y la niña (1790), que pasó sin pena ni gloria, aunque ésta le llegaría tan sólo dos años más tarde con La comedia nueva o el café. Después de su éxito, emprendió un nuevo viaje por Europa (1792), decisivo en su experiencia personal y artística.
En París tuvo ocasión de vivir trascendentales
sucesos revolucionarios que le conmovieron, y en el Reino Unido entró en
contacto con la obra de Shakespeare, autor que por entonces era
prácticamente desconocido en España. Luego continuó viaje por los Países
Bajos, Alemania, Suiza e Italia, desde donde regresó a España a finales
de 1796. En 1878 tradujo Hamlet, la primera versión española directa
del inglés.
De los primeros años del siglo XIX, datan sus mejores
comedias, escritas con un perfecto dominio del castellano, y en las que
critica las costumbres de la época y la hipocresía social: El barón, La mojigata y El sí de las niñas.
Esta última es considerada como su mejor obra y el mejor logro español
dentro de la corriente de comedia de salón dieciochesca, que arranca de
Molière y culmina en Goldoni.
Nombrado secretario de
la Interpretación de Lenguas y miembro de la Junta de Teatros, abandonó
sus cargos cuando se produjo el levantamiento popular de 1808 contra la
invasión napoleónica. Más tarde, en 1811, José Bonaparte lo nombró
bibliotecario mayor. Como la mayoría de afrancesados, abandonó la
capital a raíz de la retirada de las tropas francesas, para dirigirse a
Valencia y luego a Barcelona.
No obstante la
ausencia de cargos contra él, en 1818 decidió dejar España y pasar a
Francia, cuya cultura admiraba profundamente. En Burdeos conoció al ya
anciano y amargado Goya,
quien hizo de él un magnífico retrato, que se conserva en la Academia
de San Fernando, en Madrid. La muerte le sorprendió en París, donde se
había radicado.
En 1825 se editaron en esta ciudad sus Obras dramáticas y líricas y, póstumamente, su ensayo Orígenes del teatro español, en el que indaga en la evolución del teatro en España, y su epistolario. Sus Diarios hubieron de esperar casi siglo y medio a ser publicados, pues no vieron la luz hasta 1968.
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